Post by rea on Oct 21, 2012 20:24:33 GMT -6
Un hombre de negocios, después de mucho tiempo sin tomarse unas
vacaciones, decidió realizar un crucero por el Caribe.
La primera semana de navegación fué perfecta. Se levantaba pronto,
paseaba por cubierta, tomaba el sol, y participaba en todas las
actividades que se ofrecían en el barco.
La desgracia fué, que una noche estalló una fuerte tormenta que con
el paso de las horas se convirtió en huracán, y que finalmente hizo
zozobrar el barco, hundiéndolo.
Nuestro hombre consiguió aguantar en medio del oleaje agarrado a un
salvavidas, y cuando la tormenta cedió, se encontró en las
cercanías de una hermosa isla, llena de palmeras y cocoteros.
A base de plátanos y cocos, sobrevivió varios meses, y cuando ya
tenía perdida toda esperanza de volver a ver a otro ser humano,
un buen día observó asombrado como se acercaba una pequeña balsa,
tripulada por una joven y guapa mujer.
-Vivo al otro lado de la isla -le dijo-. Supongo que tú también
serás superviviente del crucero en el que viajaba yo.
Si -contesta el hombre-. Pero... Dime.
¿Cómo has hecho para construír esa balsa?.
-Extraje el latex de algunas plantas, y con árboles de eucalipto...
-contestó la joven.
El, admirado, le dice:
-Pero... ¿Qué herramientas usaste?
-Encontré unas rocas muy raras, y se me ocurrió ponerlas al fuego.
Al calentarse producen un metal muy moldeable, con el que se puede
trabajar muy fácilmente. Conseguí así las herramientas.
La chica, mientras hablaba, miraba a su alrededor.
-Oye. ¿Dónde vives tú? No veo por aquí ninguna construcción.
-No hay ninguna.Me he protegido debajo de las palmeras.
-Anda, sube -dijo la muchacha, te invito a mi choza.
Cuando llegaron al otro lado de la isla, el hombre observó
asombrado la perfección con que la chica había construído la choza.
-¿Quieres tomar algo? -le ofreció ella.
-No, gracias. Estoy ya saturado de tomar agua de coco -respondió él.
-No es agua de coco normal -rió ella-.. He construído un pequeño
sistema de destilación, lo macero con piña, y lo que te ofrezco es
auténtica piña colada.
Mientras tomaban los refrescos, la mujer lo miraba con curiosidad.
-Oye. ¿Tú siempre has llevado la barba así de crecida?.
-No, no -respondió él-. Siempre me ha gustado ir bien afeitado...
Pero aquí, en la isla, no he tenido ningún instrumento para hacerlo.
-Pues ahora sí puedes. He fabricado un instrumento con el que me
depilo las piernas, y también podrás tomar un baño templado, con un
sistema que he ideado. Pasa al interior y verás.
Se afeitó perfectamente con un aparato hecho de gruesas espinas de
pescado, y una concha muy afilada. Y se bañó en el agua templada
que salía de un tubo que atravesaba la pared de la choza.
Cuando salió, limpio y afeitado, la joven lo miró con una sonrisa
de complacencia. Le indicó que se arrellanara en una hamaca de su
creación, y le dijo:
-Ahora mismo vuelvo. Me voy a poner algo más cómodo para la noche.
A los pocos minutos regresó. Llevaba puesto un bonito dos piezas,
confeccionado con hojas de palmera trenzadas.
Se dirigió al hombre -que ahora estaba medio adormilado después del
relajante baño-, con una radiante y pícara sonrisa.
-Oye. Después de todo este tiempo que has estado solo..
No te gustaría hacer algo que no has podido hacer,
y que tanto nos gusta a los hombres y a las mujeres?.
Nuestro hombre abrió los ojos con asombro.
Se incorporó de golpe, y preso de la emoción, dijo:
¡¡¡NO ME DIGAS QUE HAS IDEADO UN SISTEMA
PARA CHATEAR POR INTERNET!!![/font[/color]]
vacaciones, decidió realizar un crucero por el Caribe.
La primera semana de navegación fué perfecta. Se levantaba pronto,
paseaba por cubierta, tomaba el sol, y participaba en todas las
actividades que se ofrecían en el barco.
La desgracia fué, que una noche estalló una fuerte tormenta que con
el paso de las horas se convirtió en huracán, y que finalmente hizo
zozobrar el barco, hundiéndolo.
Nuestro hombre consiguió aguantar en medio del oleaje agarrado a un
salvavidas, y cuando la tormenta cedió, se encontró en las
cercanías de una hermosa isla, llena de palmeras y cocoteros.
A base de plátanos y cocos, sobrevivió varios meses, y cuando ya
tenía perdida toda esperanza de volver a ver a otro ser humano,
un buen día observó asombrado como se acercaba una pequeña balsa,
tripulada por una joven y guapa mujer.
-Vivo al otro lado de la isla -le dijo-. Supongo que tú también
serás superviviente del crucero en el que viajaba yo.
Si -contesta el hombre-. Pero... Dime.
¿Cómo has hecho para construír esa balsa?.
-Extraje el latex de algunas plantas, y con árboles de eucalipto...
-contestó la joven.
El, admirado, le dice:
-Pero... ¿Qué herramientas usaste?
-Encontré unas rocas muy raras, y se me ocurrió ponerlas al fuego.
Al calentarse producen un metal muy moldeable, con el que se puede
trabajar muy fácilmente. Conseguí así las herramientas.
La chica, mientras hablaba, miraba a su alrededor.
-Oye. ¿Dónde vives tú? No veo por aquí ninguna construcción.
-No hay ninguna.Me he protegido debajo de las palmeras.
-Anda, sube -dijo la muchacha, te invito a mi choza.
Cuando llegaron al otro lado de la isla, el hombre observó
asombrado la perfección con que la chica había construído la choza.
-¿Quieres tomar algo? -le ofreció ella.
-No, gracias. Estoy ya saturado de tomar agua de coco -respondió él.
-No es agua de coco normal -rió ella-.. He construído un pequeño
sistema de destilación, lo macero con piña, y lo que te ofrezco es
auténtica piña colada.
Mientras tomaban los refrescos, la mujer lo miraba con curiosidad.
-Oye. ¿Tú siempre has llevado la barba así de crecida?.
-No, no -respondió él-. Siempre me ha gustado ir bien afeitado...
Pero aquí, en la isla, no he tenido ningún instrumento para hacerlo.
-Pues ahora sí puedes. He fabricado un instrumento con el que me
depilo las piernas, y también podrás tomar un baño templado, con un
sistema que he ideado. Pasa al interior y verás.
Se afeitó perfectamente con un aparato hecho de gruesas espinas de
pescado, y una concha muy afilada. Y se bañó en el agua templada
que salía de un tubo que atravesaba la pared de la choza.
Cuando salió, limpio y afeitado, la joven lo miró con una sonrisa
de complacencia. Le indicó que se arrellanara en una hamaca de su
creación, y le dijo:
-Ahora mismo vuelvo. Me voy a poner algo más cómodo para la noche.
A los pocos minutos regresó. Llevaba puesto un bonito dos piezas,
confeccionado con hojas de palmera trenzadas.
Se dirigió al hombre -que ahora estaba medio adormilado después del
relajante baño-, con una radiante y pícara sonrisa.
-Oye. Después de todo este tiempo que has estado solo..
No te gustaría hacer algo que no has podido hacer,
y que tanto nos gusta a los hombres y a las mujeres?.
Nuestro hombre abrió los ojos con asombro.
Se incorporó de golpe, y preso de la emoción, dijo:
¡¡¡NO ME DIGAS QUE HAS IDEADO UN SISTEMA
PARA CHATEAR POR INTERNET!!![/font[/color]]